La enfermedad mental no puede cargar con la culpa de todos los actos reprochables del ser humano.
No es la última responsable de las violencias, las agresiones ni de los maltratos, y mucho menos de los comportamientos machistas.
¡Ya basta!.
A esta sociedad aún le queda un largo camino por recorrer; Superar el machismo que lleva incrustado en sus raíces no es tarea de un día, ni de unos pocos esfuerzos aislados. Es una misión profunda, sutil y compleja, que exige políticas educativas y sociales capaces de transformar esta visión ancestral, tan enraizada en el pensamiento colectivo. Es una lucha que tomará generaciones, y solo entonces estará verdaderamente superada.
Pero en cuanto al estigma que persigue a la enfermedad mental, también hay un extenso sendero que transitar. Cuidar el lenguaje es esencial, pues crea realidades y moldea percepciones. Por ello, debemos ser meticulosos en nuestro discurso, evitando asociar la enfermedad mental a conductas deleznables, solo porque ello facilita su comprensión.
Tener adicción al sexo no es lo mismo que practicar un sexo machista. Ese sexo en el que se ignoran los deseos, las preferencias y el placer de la otra persona, subordinando todo a las propias pulsiones, ese sí es un sexo machista.
Porque se puede tener adicción sin ser machista y se puede ser machista sin adicción alguna. También existe quien posee ambas características, como en el caso de quien ocupa actualmente la atención social: una persona que presuntamente padece una adicción sexual y que, además, actúa con una mentalidad machista.
Lo diferente radica en que esta forma de comportamiento machista generará inevitablemente muchas más víctimas
No, la enfermedad mental no es la causa de lo que nos ocupa. Es el machismo, ese que, con la ironía de proclamarse a sí mismo enemigo de lo que perpetra, habita en los cimientos de estas conductas.
Aída Pérez Rodríguez | Directora General de Fundación Sorapán de Rieros. 28.10.24